La seguridad es uno de los objetivos principales de los fabricantes de vehículos. Cada vez que sale un modelo de coche o una nueva generación vemos como buscan proteger al máximo a los ocupantes en caso de accidentes. Además de ello, han surgido diferentes entes u organismos que se encargan de testar la seguridad de estos vehículos. En Europa tenemos a EuroNCAP, que para suerte del mercado no depende de ningún fabricante. Sus test de seguridad son rigurosos y estrictos, ganándose el favor del público continental.
La modificación de los protocolos de EuroNCAP no cambia la estructura de sus test. Por una parte están las pruebas centradas en evaluar la seguridad y protección de los ocupantes en caso de accidente. Por otra parte están las pruebas de impacto y las que evalúan la efectividad de los sistemas de ayuda a la conducción. Partiendo de esta base, las modificaciones introducidas son las siguientes:
Esta revisión es importante, pues obligará a los constructores a no dormirse en los laureles. Pero no son las únicas novedades, ya que aparece una evaluación inédita que hasta ahora no se tenía en cuenta. Hablamos de la verificación de la seguridad en el momento posterior a sufrir un accidente. Para desarrollar este protocolo EuroNCAP se ha asociado con la Asociación Internacional de Servicios de Bomberos y Rescate (CTIF).
Las reglas de calificación recompensarán a los fabricantes que ofrezcan la mejor información de rescate. Esto es, que si uno de sus modelos sufre un impacto, a través del sistema de llamada de emergencia eCall, ofrezca de forma inequívoca la posición GPS o el número de ocupantes. Pero además, tampoco pasa por alto que la extracción de las víctimas sea fácil, segura y rápida así como que las puertas no se bloqueen con facilidad.